lunes, 11 de abril de 2011

¡FLOPI VIAJA A AFRICA!


Llegaron las vacaciones de Semana Santa y como Flopi ya no tenía que ir al cole decidió hacer un viaje. ¿A qué no sabéis dónde fue? … ¡A África!



Cuando llegó allí comenzó a sudar y a sudar porque África es el lugar más caluroso que hay y allí el sol quema mucho. Así que Flopi se puso su cremita para no quemarse la piel, se colocó su gorrita y se fue a pasear por aquella inmensa sabana africana en busca de nuevos amigos. Flopi quería conocer a todos los animales que vivían allí y tener nuevas aventuras.


¡De repente apareció Zena! Una cebra muy presumida que no hacía otra cosa que contarse las rayas al sol: Un, dos, tres, cuatro, cinco… contaba Zena sus rayas una y otra vez: seis, siete, ocho, nueve, diez. Flopi le ayudó a contar todas las rayas de su cuerpo y después jugaron y jugaron hasta que se hizo de noche y se fueron a dormir… Pero al día siguiente, al despertar, ¡pasó algo increíble!, ¡alguien le había robado a Zena todas sus rayas! - ¿Cómo ha podido ocurrir? Se preguntaba Zena la cebra. – ¡Buscaré al ladrón! Así que Flopi la acompañó para ayudarla a buscar el ladrón de todas sus rayas.


-¿Has sido tú el que me has quitado mis rayas? –preguntó Zena a Bom el hipopótamo. -¿YOOOOOOOOOOOOOOOO? ¿PARA QUÉEEEEEEEEE? -le contestó abriendo muchísimo la boca. Zena y Flopi pudieron ver la campanilla del hipopótamo dentro de esa enorme bocaza, pero ninguna de sus rayas. Así que siguieron con la búsqueda.


-¿Me has robado tú mis preciosas rayas? – le dijo Zena a un animal con largo cuello y cabeza de árbol. –Qué animal más raro –pensó Flopi. Pero el curioso animal no respondió. Y no era de extrañar, porque sus orejas estaban tan arriba que no podían oír lo que le preguntaban desde el suelo. Zena no se rindió y subió por el tronco del árbol hasta alcanzar los oídos del cuellilargo animal: -¡Anda si es Rafa la Jirafa! Y su cabeza no es de hojas sino que está oculta entre las ramas! -¿Has sido tú quien ha cogido mis rayas? –repitió Zena cerca de su oreja. -¿Yo? -contestó Rafa -¿No ves que yo llevo manchas grandes, marrones y cuadradas? -Es verdad –dijo Zena y siguió buscando.


¿Tienes tú las rayas de Zena? – le preguntó Flopi a un animal muy feliz que tenía el cuerpo repleto de manchas. -¿Yo? –dijo Gorongora la hiena y se empezó a reír sin parar- Jajajajajajajajajajaja. A Flopi y a Zena también les dieron también ganas de reír, pero después de un buen rato de carcajadas continuaron buscando.


Dos árboles más adelante observaron cómo Chito el guepardo descansaba tumbado en las ramas tras su última carrera. -¿Me has quitado tú las rayas mientras dormía? – le preguntó Zena. -¿Yo? ¿Acaso no ves que mis manchas son pequeñas y redondas?- respondió el guepardo. -Pues tiene razón –pensó Zena y siguieron buscando Flopi y ella.


Continuaron su camino en busca de sus rayas extraviadas cuando a Flopi le pareció ver una de ellas tirada en el suelo. Pero al llegar a ella la raya negra se alejó arrastrándose mientras dibujaba divertidas eses en el suelo. No era una de las rayas de Zena, ¡era Mamba la serpiente! Entonces Zena se alegró de que no fuera ella la que le había robado sus rayas.


Zena estaba cansada y triste porque no encontraba sus rayas, cuando se encontraron con Bongo el elefante.


-¿Qué te ocurre? –le preguntó a la cebra -Te veo muy blanca esta mañana.


-Me han robado todas mis rayas negras –respondió Zena llorando.


Entonces Bongo abrazó a Zena con su enorme trompa y la subió sobre su lomo.


-Desde aquí podrás divisar toda la sabana hasta el horizonte y encontrar al ladrón.


- Desde aquí sólo veo a ese tigre de Bengala que no había visto antes por aquí – dijo Zena.


-¿Un tigre de Bengala en África? –se extraño el elefante – ¡Qué raro! Veremos de qué se trata. Entonces Flopi, la cebra y el elefante se acercaron hasta él.


-¡Pero si es Berta la leona! ¡Con mis rayas puestas! – dijo Zena muy sorprendida


-Perdona Zena -se disculpó Berta -No quería robarte las rayas. Pero es que esta tarde hay una fiesta de disfraces y no tenía qué ponerme.


Zena la miró de arriba abajo y la verdad, ¡es que sus rayas le quedaban fenomenal! -Está bien, te las dejo- aceptó la cebra –Pero con una condición: que me lleves a mi y a mis amigos contigo. Y así fue, Flopi y todos los amigos que había conocido fueron a la fiesta de los animales donde bailaron, rieron y se lo pasaron genial.


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